Lo que percibes en tu consciencia es solo una parte de lo que hay en tu mente. Además de tu consciencia, existe el inconsciente, formado por diversas subpersonalidades latentes y ocultas. Estas subpersonalidades pueden clasificarse en dos tipos: las que observan, protegen y ordenan a otras partes, y las que sienten deseos, obedecen o se rebelan contra las ordenantes.
Pueden estar bajo el influjo de Eros y Tánatos, del principio del padre o del principio de la madre, o del hemisferio izquierdo o derecho. La manera en que percibes tu consciencia no refleja cómo realmente trabaja y está estructurada. Siempre que piensas, sientes o haces algo, hay un observador que te evalúa, juzga, protege u ordena en forma de una voz que normalmente no eres consciente de, porque lo vives todo en primera persona, pero en realidad te habla en segunda persona.
Tienes muchos observadores vigilándote, otros mandándote y algunos protegiéndote. Es un proceso automático del que solo eres consciente si te observas a ti mismo con consciencia. Siempre hay una identificación con algunas de estas relaciones objetales o imagos. Una de ellas ocupará la identificación central y otra una identificación periférica, además de la proyección en otras personas de tus identificaciones o imagos.
El pequeño yo siempre busca satisfacer al gran yo, y si no lo hace, la respuesta dependerá del gran yo, que te dirá qué hacer y sentir. Es como un conjunto de personas que viven en nuestro interior, una verdadera dramatis personae.